Una de les coses que més ens acostuma a cridar l'atenció quan llegim una obra és quan, en la mateixa es fa menció a altres obres literàries o a autors, generalment consagrats. Això ens fa picar la curiositat, ens porta a voler saber més o ens fa venir ganes de llegir altres obres, de vegades potser ens les treu.
En La ternura del dragón hi trobem una avi amb uns ideals una mica fora de temps que pretén perpetuar d'una forma una mica "pueblerina" el que eren les tertúlies literàries als cafès de renom d'abans de la Guerra. Amb una colla de personatges amb aptituds poètiques d' anar per casa, però amb ínfules de grans literats, es reuneix per parlar i debatre sobre temes literaris i sobretot per berenar.
Un dels temes recurrents, a part de les diverses mencions a poetes més o menys famosos i l'al.lusió reiterada al poeta maleït (suposem que Baudelaire), és la suposada amistat d'aquest avi amb el poeta Federico (García Lorca), del que fins i tot arriba a insinuar que li va copiar una elegia fúnebre.
Com a mostra, per a aquells a qui els ha picat el cuquet, us adjunto una foto de Federico, en els seus anys mossos, i el poema que suposadament va pendre a l'avi de Miguel.
Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías
La
cogida y la muerte
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro, solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
Federico García Lorca
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